Como puede que recuerden si han leído la entrada del 20 de enero de 2014, el operador del call center me prometió que contactarían conmigo en 24 horas.
Sorpresa, sorpresa. Las 24 horas ya han pasado y nadie ha contactado conmigo desde SIMYO.
Nueva llamada al 900 80 22 44 y ahora contactamos con Paulo.
Como de costumbre le comunico a Paulo que estoy grabando la llamada (igual que hace SIMYO con sus clientes) y, para ponerlo un poco más interesante, le reproduzco unos segundos del mi conversación del día anterior, con su compañero Alejandro Marín (para que vea que no voy de farol).
Paulo se muestra remiso a darme ninguna identificación adicional, ni su apellido ni su número de identificación ni nada de nada.
A pesar de ello, durante la conversación, me solicita mi nombre y mi DNI. Curiosa asimetría del comportamiento: el cliente tiene que facilitar los datos, datos que ya obran en su poder pero no sabe realmente con quién está hablando ni tan siquiera dónde se haya ubicado (va a ser en iberoamérica, por el acento y la amabilidad propia de la tierra, imagino).
Paulo sigue su guión, como todos los teleoperadores de todos los call centers, imagino, y me indica que ya está escalado el caso y que de 24 a 48 horas se pondrán en contacto conmigo. O sea lo mismo que me dijo su compañero ayer y lo mismo que hace una semana el 15 de enero me dijo otro compañero.
Ante mi insistencia para hablar con un responsable de SIMYO, con su jefe, superior o lo que tenga, me deja en espera un momento y me dice que no puede ser.
Conclusión de la llamada: SIMYO 1, CLIENTE 0. Siguen sin atenderme y dando largas.
Me parece que este blog va a tener más entradas, puede que muchas.
Cuando tenga un ratito iré abriendo el canal de Youtube, donde publicaré las llamadas o fragmentos de las mismas.
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