miércoles, 29 de enero de 2014

Promesas rotas, Simyo sigue tomándome el pelo ¿luz al final del túnel?

Mi aventura con Simyo, para devolver un terminal, acogiéndome al derecho de desistimiento que regula la ley y recogen sus propias condiciones de venta, sigue todavía con engaños, decepciones, trampas y mentiras.

En esta ocasión, vuelvo a hablar con el centro de soporte, en el 900 80 22 44 (menos mal que la llamada es gratuita, en caso contrario ya habría gastado más en llamadas de lo que vale el terminal...).

Como ya soy perro viejo en esto de llamar a Simyo, en lugar de escuchar completamente el menú automatizado, pulso 5 (hablar con un agente) seguido de 4 (otras consultas).

El mensajito robótico me asegura que estoy en una cola de espera de menos de 2 minutos (¡albricias!).

Tras la espera de rigor me atiende Valentina, que avisada de que estoy grabando la conversación (maravillas de una centralita IP dotada con software Asterisk y FreePBX) me asegura que su apellido es Campos.

Hasta ahora, la lista de personal del call center que me ha atendido (excluyendo los de las primeras llamadas, donde no tuve la precaución de solicitarles el nombre) incluye a:


  1. Cristian Gómez: Me dijo que me llamaría en 48 horas. Promesa rota.
  2. Alejandro Marín: Me aseguró que escalaría el tema al supervisor y me llamarían en breve. Sigo esperando. Otra promesa rota de Simyo.
  3. Paulo (se niega a darme su apellido): Este promete poco. Asegura que no puede pasarme con un supervisor pero me llamarán. Falso. Promesa rota, Paulo.
  4. Valentina Campos: Esta agradable persona da muchas explicaciones y nuevas promesas. Me solucionarán el tema y me recogerán el terminal en 24, 48 o 72 horas. (Supongo que está en el guión de cómo dar largas a un cliente). Pasaron las 24, las 48 y las 72 horas. Nadie contactó conmigo ni vino a recoger nada. Promesa rota, Valentina.
  5. Álvaro Gómez: Nueva llamada el 28 de enero de 2014 (la primera llamada fue el 6 de enero, luego ya van 22 días toreando a un cliente que estaba satisfecho hasta el momento). Álvaro parece más eficiente. Tras elevar un poco el tono emocional con que le hablo al agente (siempre dentro de la educación, no estoy dispuesto a que Simyo me haga perder una de mis señas de identidad), ¡consigo que me pase con un supervisor! ¡¡¡ En directo!!!.
  6. Guillermo Calderón, supervisor: Guillermo promete tomar el asunto en persona y llamarme a lo largo del día. Promesa cumplida. Casi me da un infarto. Hacia las 16:00 me llama Guillermo y me asegura que el jueves 30, pasarán a recogerme el terminal. (Esta llamada no la tengo grabada porque me la hace al iPhone, y ahí no puedo grabar llamadas -quizás con alguna APP que desconozco-). La llamada provino del 912 828 385, empezó exactamente a las 15:58 y duró un minuto. A las 16:44 nueva llamada. La empresa de logística me comunica que el jueves 30 pasarán a revisar y recoger el terminal, previa comprobación del IMEI y del paquete.
    Desconozco si esta vez van a cumplir o no su promesa. Entre tanto, el paquete sigue esperando triste a que lo recojan, en la mesa de la recepción de mi oficina:



Mañana es jueves, 30 de enero, día D en que el supervisor me prometió recoger el terminal. Ya veremos qué pasa (y cuándo lo abonan después, que promete ser otra odisea, a la vista de esta primera parte).

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